Por Charo Márquez
@cafeesamor

Tras la ola de acusaciones que nos nockearon y nos dejaron sin saber qué poner en Spotify, hablamos con dos músicas feministas sobre la escena local, los escraches y las pibas que ya no se callan más.

El 15 de abril de 2016, la escena musical local se empezó a resquebrajar. Todxs vimos el video de Mailén contando que Migue, el líder de La ola que quería ser chau, había ejercido violencia sexual contra ella. A partir de ahí y con un efecto de dominó empezaron a llover las acusaciones, a veces anónimas y a veces no, a veces acompañadas por denuncias judiciales, muchas veces no. Uno de los casos más emblemáticos (por su bestialidad y rápida resolución) fue el de Cristian Aldana, otrora gurú de la cultura alternativa y el amor. Hace dos semanas, la sombra de la acusación cayó sobre una de las bandas más queridas del público: Pez.
Cada vez que sale una acusación en el Ya no nos callamos más, los grupos de Whatsapp y las redes sociales estallan en comentarios que van desde el “ya se sabía que tal era abusador” a “no lo puedo creer, tengo tatuada una canción de ellos en el brazo” a “ya no nos queda música para escuchar”.
En realidad, sí queda música, hay un universo enorme de solistas y bandas que están esperando en Spotify y Bandcamp a que les demos play. A veces los algoritmos son algo limitados y no nos hacen tan fácil el acceso, pero ahí están.
Hablamos con dos músicas feministas, Carolina Pacheco (solista e integrante Miss Bolivia) y Paula Maffía (solista e integrante de Las Taradas) sobre las acusaciones, la escena local y las pibas que decidieron que era hora de ver la violencia.

Jotaí: En el último tiempo (a partir del caso Aldana y de La ola que quería ser chau) se empezaron a compartir cada vez más acusaciones anónimas por abusos en la escena musical local. ¿Están al tanto? ¿Cómo procesan esa información siendo músicas ustedes mismas?

Carolina Pacheco: Me acuerdo patente del día que saltó el caso de Miguel de la ola que quería ser chau, justo estábamos de gira con Miss Bolivia y fue un shock total. Nos pusimos a hablar de eso, no entendíamos nada. Seguramente me trajo algún recuerdo propio o algunas experiencias que de chica he escuchado por ahí. Ni hablar lo de Aldana que era un secreto a voces y… yo no estaba segura, había muchas cosas que me hacían admirarlo pero había muchas cosas me hacían ruido por los rumores que había y, bueno, cuando saltó todo esto ya no se pudo parar. Y estuvo bueno, fue duro, o es duro, siempre, cada vez. Con las noticias de los últimos días más, porque es gente que me simpatizaba… pero es necesaria la verdad. Entonces se develan cosas que están muy intrínsecas en nuestra cultura. Sobre todo, bueno, mi generación desde ya… nos enseñaron mucho más a ser groupie que músicas que nos podíamos subir a un escenario y eso yo lo aprendí viendo a otras mujeres que fueron mi ejemplo para decir “ah, yo puedo hacer eso”. Más para mí que yo era clase media y no tenía ningún vínculo artístico en mi familia y que las mujeres tenían determinados roles, ver mujeres arriba de un escenario como a las She Devils o a Suárez, con Rosario (Bléfari).

Paula Maffía: Sí, estoy super al tanto de los escraches. Estoy súper al tanto también de todo esto que viene pasando dentro de la movida de chicas que empezaron a proclamarse en contra de estos personajes nefastos y de este sistema de organización nuevo que surgió entre pibas. Posiblemente la más desdichada de todas estas aventuras haya sido la de Pez. Es tristísimo ver que varones tan cercanos, con un discurso lúcido, despierto y aggiornado, con reflexiones sobre los derechos de las mujeres y del movimiento de mujeres… ellos mismos proclamándose identificados con el movimiento de mujeres que hayan estado tan metidos, hasta la yugular con casos de fiestas con pendejas menores y eso.

JI: ¿Cómo impactan estas acusaciones en sus relaciones laborales? ¿Dejarían de trabajar con alguien que recibe una acusación? ¿Dejaron de escuchar bandas que tienen miembros señalados como violentos?

CP: Mayormente sí, me sucedió. Y no me pasó tanto. Con los únicos con los que no me pasó fue con Él mató que no los dejé de escuchar, no sentí ese rechazo que por ahí me pasa con Aldana o con otras bandas. Por ejemplo, me pasó con Pappo, que yo lo admiraba, así no más, su música, especialmente la época de Pappo’s blues, a pesar de que me parecía un personaje tosco, bruto y un poco misógino. Es una cagada porque es música que me gusta mucho y todavía algunas cosas las disfruto, pero no me nace poner un disco.
Es muy distinto en mi proyecto que en Miss Bolivia… en Miss Bolivia yo soy un miembro más de trabajo de una banda que no lidero yo. Con lo cual me parece una decisión que no tengo que tomar yo, me fijaría qué decisión toma Paz o el management. Según la decisión que tomen ellos yo me desvincularía o no del proyecto. Si hay una acusación y nadie hace nada, probablemente, lo que yo haría es irme. Que no creo que sea algo que pase porque, bueno, ya sabemos cuál es la postura de Paz al respecto de todas estas cosas. Ahora si sucediera en mi banda con alguno de mis músicos… y yo no podría tocar en la misma banda, no podría tener a alguien en mi proyecto que esté acusado de algo así.

PM: Yo hago música hace más de quince años y nunca estuve plenamente en contacto con el mundo masculino de la música, porque es un ambiente del cual no me interesa ser parte en absoluto. Todos mis proyectos se dieron siempre rodeados de mujeres, no por una cuestión activa de querer hacer un mundo de música feminista, sino porque sencillamente tenía músicas increíbles a mano y me parecía ridículo no hacer alianzas con ellas y reforzar el viejo vínculo donde hay un astro, un ídolo y las mujeres giramos en torno a él, ese sistema es hora de que caiga y me parece lamentable que se siga manteniendo, me parece un poco penoso que muchas chicas sigan dándole de comer a la figura del ídolo, pero cada uno, cada una está en derecho de hacer lo que guste. Y me parece absolutamente nefasto que los varones aprovechen eso para un usufructo personal.
¿Piensan que hay algo intrínseco en la figura del músico o del ambiente musical que hace que sea más frecuente el abuso? ¿Creen que esto pasa en todos los ámbitos pero que están empezando a saltar las pibas violentadas por músicos por algo en especial?

CP: yo no sé si es más frecuente el abuso. Me parece que como saltó por ese lado se habla de eso ahora, es un ámbito bastante expuesto. Pero me parece que lo que genera el abuso es la situación de poder. Entonces me parece que es el tema del poder. En la música el poder te lo da la admiración, que le debe pasar a los escritores. Siempre cuando se genera una admiración ahí hay un poder que yo no sé si los hombres son conscientes de esto o es que ahora empiezan a ser conscientes de esto. Como que antes era normal subirse a un escenario por las minitas y no eran conscientes de que es una relación de poder y la admiración genera como esa, no se, ese lugar ciego donde el fan o la fan acude al músico por, no sé, por admiración y aprovecharse de esa situación es una cagada, qué se yo. Me parece que pasa por ahí. Pero no creo que sea el único ámbito, me parece que es un ámbito que como saltaron algunos casos se destapó una olla y porque es un mundo que está muy relacionado a las redes y los medios fue como más fácil de difundir. Pero vos y yo sabemos que hay escritores y gente del medio académico que están bastantes cubiertas.

PM: Está claro que la escena de la música es, posiblemente, de todas las escenas, la menos autocuestionada, la más dominada por el discurso machista, la que más ha dependido de una infraestructura industrial, ¿no? De la industria discográfica, apañada por todo un sistema económico, donde a un creador se le da todo lo que necesita y además se le hacen creer que es un ídolo, que salta hasta esos lugares ridículos. Las mujeres que entraron a ese sistema o fueron representantes del folklore como cantantes como voz de la pacha, pero nunca como creadoras. Si te ponés a pensar, en la historia de la música popular argentina, tenemos a, qué se yo, Eladia Blásquez, María Elena Walsh, fin. Después vienen Sandra y Celeste que un poco eran las tortas y se corrieron un poco de esa cuestión, y después las otras eran minas que giraban y satelitaban en torno a los tipos. Para mí recién empiezan las referentes mujeres con Pat Pietrafesa de She Devils y Rosario Bléfari. Estamos hablando de minas que, quizás son quince, veinte años más grandes que yo, nada más.

JI: ¿Qué piensan del mecanismo del escrache anónimo? ¿Creen que debería solventarse siempre con una denuncia judicial? ¿Qué les dirían a las pibas que todavía no se animan a hablar?

CP: El escrache anónimo no es lo que más me gusta, porque desde ya estaría buenísimo que hubiera un nombre y apellido, pero bueno, en este caso, en el de esta semana (hablando de Pez), implican hasta, casi… fue en la gira patagónica y fue así y asá, detalla que fue al hotel, o sea, los pibes no se pueden hacer los boludos de quién es cuándo pasó, ¿viste? Para ellos no va a ser anónimo. Y no estoy segura que debería sustentarse siempre con una denuncia policial. Desde ya me gustaría, pero yo soy bastante incrédula del sistema, entonces… es una discusión que tengo con una amiga seguido, que ella habla de que para hacer funcionar al sistema hay que hacer la denuncia y que hay que plantarse. Y yo soy muy, descreo mucho, de las autoridades y de las instituciones y no lo digo como “ay, qué rebelde que sos”, sino como, no sé en qué puede ayudar. No me parece más verídica una denuncia porque tenga una denuncia judicial atrás. Yo ante todo siempre les creo a las pibas y creo mucho en la intuición. A mi me hace más ruido una no descripción de hechos que un nombre y apellido. Si la denuncia es anónima no me hace ruido. Me hace ruido cuando no está el relato o más o menos un relato.
A las pibas que no se animan a hablar les diría que, bueno, que ahora hay una red de contención, que aunque es difícil siempre hablar. Les diría a las pibas que sí, que hablen, que ahora hay una oreja y siempre hay alguien prestándote atención, pero más que nada hay alguien que lo puede sufrir después que vos. Y cuando vos hablás, es sobre todo es una prevención, por eso a mí la denuncia judicial tanto no me conmueve. Me parece que correr la voz me parece importante para que otras mujeres sepan y tengan cuidado antes de tomarse una birra con, o ir al hotel de tal banda a saludarlo, más que nada es eso, preventivo.

PM: Para mí el hecho de que un grupo de pibas pueda organizarse, compartirse, y cuidarse entre ellas, versus un sistema judicial que descree de ellas, un sistema judicial que las hace pasar por auditorías penosas, que cuestionan su lugar de víctimas, que casi las hacen responsables. Un sistema judicial que obviamente lo primero que hace es apañar el lugar del varón, en vez de proveerles refugio, seguridad, defensa, asesoramiento… me aprece que es lo más inteligente. Me parece que cabalga de la mano con lo que está pasando con el #MeToo en Hollywood, en Estados Unidos y con otros movimientos, que obviamente son cosas distintas. Pero lo que plantea este tipo de alianzas entre chicas sororas es que lo que consideramos el máximo de la representación civil de los derechos que es el sistema judicial está en decadencia. Está inclinado hacia la defensa del varón y no hacia la defensa de la mujer, donde el varón es casi una víctima de sus impulsos sexuales y de los artificios de estas mujeres hijas de puta, versus la realidad que es que son predadores que abusan de sus privilegios que les han sido conferidos por tanto tiempo y las pibas simplemente quieren dejar de ser cogidas por cuarentones ante la primera situación que aparezca. Así que yo celebro que estas pibas estén haciendo una alianza que sortee este mentiroso sistema legal que siempre se ha alineado del lado de los más poderosos.