La renuncia a los cargos y el retiro de la política del referente de la izquierda española Iñigo Errejón sacudió a la política de ambos lados del océano Atlántico, principalmente por lo repentino del anuncio que acá en Argentina llegó en horas tempranas de la mañana.

Por supuesto, en su comunicado Errejón eligió detalladamente las palabras para explicar su jubilación de la vida pública. En la carta, se hace cargo de las acusaciones de violencia machista que pesan en su contra de una manera -digamos- sutil. Para algún desprevenido podía sonar que el alejamiento se daba en medio de un hastío por lo que implica ser una persona pública y el comienzo de un camino de cuidado personal.

Uno de esos desprevenidos fue Leandro Santoro, que está meta recorrida por la ciudad intentando revalidar su posición de candidato del peronismo/progresismo/elijasupropionombre. La primera reacción del irrompible fue despedir con honores al español con un emotivo mensaje. Entre otras cosas, decía que «En América Latina se valora mucho tu aporte intelectual y político» mientras le deseaba mucha suerte en lo que emprenda.

El posteo se pudo leer un rato, hasta que se enteró los verdaderos motivos de la renuncia y lo borró raudamente. Como dice el viejo dicho de la política nacional: «Compañero, yo te acompaño hasta el cementerio pero no hasta la tumba». Tal vez sea hora que el precandidato tenga un CM con la función del doble chequeo de lo que publica.