Por Charo M. Ramos

¡Qué placer esta novela! ¿Vieron cuando dicen “necesito leer algo que me corra de la realidad sin darme pesadillas”, cuando necesitan un mimo al alma? Eso es Budín del cielo, de María Luque. Salió en noviembre de 2024 por Sigilo, que es una de mis editoriales preferidas.
Sobre la autora: María Luque es rosarina, y su trabajo es conocido en todo el país y más allá. Desde 2005 que muestra sus ilustraciones preciosas, con un estilo muy propio y, a mi gusto, encantador. En 2022 recibió una mención de honor en el Premio Konex en la categoría Humor e Historieta. Quizá, también la conozcan como ilustradora de Monoblock y por su perfil de Instagram, donde pueden estar al tanto, también, de los talleres que da. Pero este libro es su primera novela, aunque, como pueden imaginarse tiene algunas ilustraciones.
Sobre la obra: Me costó entrar, porque yo soy una chica de policiales; de trama, trama, trama y, también, drama, drama, drama. Y en Budín del cielo la acción sucede a otro ritmo; ése que decimos que estamos buscando cuando meditamos o hacemos yoga o grounding o alguna de esas actividades que lxs citadinxs nos inventamos para desacelerar el pulso, sin éxito. No es sólo el ritmo de la acción, es también y principalmente, la edad de los personajes, el gran hallazgo de este libro: la protagonista y su amiga son mujeres grandes, viejas, jubiladas, achacadas. Con sueños, fantasías, recuerdos y planes a futuro; con un léxico que no nos resulta tan familiar, para el cual tenemos que hacer un esfuerzo. Les soy sincera, durante las primeras cincuenta páginas pensé que no lo iba a poder terminar, pero ahora, habiéndome tomado el tiempo de la lectura y de la reflexión, creo que es un libro precioso, al que hay que entrar como cuando unx va a terapia sin saber de qué va a hablar y sale con una revelación. Este libro es, a su manera, revelador, no quiero contarles de qué porque quiero que lo lean y me digan.
Más en detalle: Rosa es una docente de primaria, jubilada, que les daba clases de matemática a sus “pichones”; vive sola en un departamento con balcón, cuida de sus plantas y entiende el lenguaje de los pájaros. A veces le resulta más fácil entenderlos a ellos que a su vecina, Norma, a quien quiere mucho y de quien cuida con esmero, haciéndole unos budines bárbaros. Rosa y Norma se acompañan en una vejez sin hijes ni maridxs, una vejez tranquila, con formas geométricas que explican situaciones de salud, recuerdos de juventud, ideas sobre el mundo. Lo que ustedes no saben es que Rosa va a vivir una aventura.
¿Estamos listxs para leer las aventuras de una vieja? Yo creo que sí, que florezcan mil libros sobre viejas, viejos, viejes. Que los anaqueles se nutran de historias sobre otros modelos de vida, que acompañen la realidad, pero también que nos hagan un mimo, un budín, un tecito de manzanilla. A veces, es lo único que necesitamos.
