Por Charo M. Ramos

Rodeado de verde, con una de las terrazas más lindas de la ciudad y una vista que incluye la Facultad de Derecho, el Barrio 31 y, al fondo, el Río de la Plata, está el Recoleta. Este centro cultural es un ícono porteño. Seguramente ya pasaste por ahí alguna vez, pero… ¿sabías todo lo que tiene detrás? Hoy te cuento cómo este espacio pasó de ser un convento del siglo XVIII a convertirse en un lugar clave para la cultura local.

En sus comienzos, el edificio tuvo mil vidas: convento franciscano, hospital, hospicio, prisión y hasta cuartel. Sin embargo, en 1980, en plena dictadura militar, el Recoleta renació como un centro cultural abierto al arte joven y las expresiones emergentes. Con un diseño arquitectónico de Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit, se convirtió en un punto de encuentro para el arte contracultural que, por primera vez, encontraba visibilidad fuera de los márgenes. Ahí arrancaron sus carreras artistas como León Ferrari, Liliana Maresca, Marcos López y Guillermo Kuitca, por nombrar solo a algunos.

Ya en los años ‘80, con la dictadura en retirada, el Recoleta reflejaba las inquietudes de una generación que venía de vivir años de represión. Inspirado en el Centro Pompidou y el Instituto Di Tella, mezcló lo académico con lo popular y fue pionero en debates que marcaron época: género, derechos humanos y mucho más. Por ejemplo, la muestra Mitominas I introdujo los discursos de reivindicación feminista, mientras que la colaboración con Abuelas de Plaza de Mayo ayudó a visibilizar la búsqueda de nietes desaparecides.

En los ‘90 llegó la internacionalización: artistas como Yoko Ono y David Bowie dejaron su huella en el Recoleta, mientras que a nivel local, eventos como la Bienal de Arte Joven y los shows en la terraza (sí, ese mítico recital de Cerati también pasó por ahí) lo consolidaron como un epicentro artístico.

Hoy, el Recoleta sigue siendo el plan ideal para un domingo: comprá un libro en Céspedes, tomate un café en Bilbo o recorré las muestras.
La entrada es gratuita para residentes, y no residentes abonan $5.000. Está abierto de martes a viernes de 12 a 21 h, y fines de semana y feriados de 11 a 21 h. ¿Qué estás esperando para visitarlo?