Por Charo Márquez
@cafeesamor
El fin de semana, Julieta Gugliotella publicó en el sitio Matria una nota sobre una pregunta que muchas militantes formularon en los últimos años. Algunas lograron hacerlo en voz alta, otras -y esto es sintomático- no pudieron elevarse sobre el murmullo y cuestionarlo. ¿Qué hacemos las feminsitas y/o disidentes sexoafectivas / identitarias con la militancia en organizacones mixtas? ¿Podemos cambiar el mundo sin estar en un espacio con varones cis-heterosexuales? ¿Podemos acallar nuestros miedos y conflictos solo para mantener la orgánica?
El artículo está escrito en el tono más coloquial y sincero posible. No hay velos entre el texto y el mensaje que nos quiere transmitir. “Viste que cuando una se encuentra amigablemente con el feminismo por lo general la cosa se pone re linda. Re linda porque light, tranca. Empoderamiento, igualdad, poder de decisión, los derechos y la mar en coche. Qué piola, somos conscientes. Conscientes de lo que queremos, de lo que nos es negado, de poder decidir, de que tenemos voz, de que existimos. Joya. Y entonces charlamos sobre eso. Charlamos con las pibas y con los compañeros también.”.
A muchas (y muchos) nos dejó tecleando en la soledad de la pantalla. Se nos anudó la garganta. Se nos tensó la mano en pleno scrolleo. Esta es la historia de muches de nosotres que atravesamos experiencias militantes en espacios quizá de izquierdas, quizá hasta de prefiguración. “[V]iendo qué corno hacemos con toda esta angustia de sacar la mierda de toda la vida para afuera, sacarla y transformarla porque encima ni siquiera nos damos el gusto de no hacer nada con eso. Ahí, con la cotidiana, separándonos y cortando los vínculos de siempre porque ya está, no queremos más esa verga. Allá, con vos, que pedís formarte, entender, que te expliquemos. Acá, con nosotras, porque encima lo hacemos colectivo, entre todas. Acá y ahí porque también lo hacemos político, lo hacemos organización, lo hacemos bandera y lo hacemos lucha.”.
No todos los hombres, claro. “Los piolas que se empiezan a rescatar. A rescatar en serio, genuinamente. Se les despierta una luz de nueva masculinidad y la problematizan cotidianamente.”. Pero, queda algo ahí siempre. “Los caretas hace rato que nos vienen contando cuánto acompañan, bancan y admiran lo que somos, hacemos y proponemos. Y hace rato también, hace un rato es siempre, que nos están pelotudeando. (…) si no empiezan a preguntarse por qué carajos son más los que toman las decisiones y sin embargo somos más las pibas que estamos re podridas; si no se van a parar de manos con nada de esto y se van a seguir haciendo los giles y los desentendidos mientras nos tiran migajas de admiración pedorra… Nos vimos en Disney amigos. Pero a Disney, esta vez, se van ustedes.”.
Y Julieta, pese a todo, se queda a dar la madre de todas las batallas, la interna. “No relegamos ni regalamos más. Estamos donde estamos porque estamos convencidas de hacerlo, y es por eso que los espacios ya no se negocian ni abandonan.”.
Cambió el mundo, está cambiando, lo estamos cambiando todos los días. Las organizaciones políticas tienen que estar a la altura de las circunstancias o se van a quedar afuera de la historia.