Por Charo M. Ramos
Que 2024 fueron tres años en uno; que no damos más; que llegar a diciembre es un milagro; que no cantemos victoria. En las oficinas, todo el mundo se está tomando días pero no para hacer las compras navideñas, sino para descansar, reponerse de algún malestar, de enfermedades que surgen de la noche a la mañana, gente que se queda dura y no sabe por qué, gente que llora en el subte. Este no es un artículo muy elaborado intelectualmente porque, de verdad, ya no puedo pensar mucho más.
Estaba intentando hacer el balance que hago todos los años, pero esta vez lo iba a hacer narrativo, en un cuaderno nuevo que tengo que es precioso y empecé a imaginarme cuántas páginas podía llegar a ocupar este racconto. Durante 2024 llevé un diario, cada día escribí cómo me había sentido, más o menos, qué había hecho, algún destacado. Todos los días hubo algo. El balance iba a ser, va a ser porque lo voy a escribir, infinito.
Siento que el ritmo de la vida está mal, que vivimos aceleradxs; esto no es algo que yo solita pienso en mi cuarto, es algo sobre lo que pensadorxs como Mark Fisher pero tambien Lyotard, por sólo nombrar dos, advierten desde hace décadas. Y acá estamos nosotrxs, usando aplicaciones para meditar, a ver si logramos bajar el ritmo de las pulsaciones; pero cuando cerramos la app, perdemos total consciencia de la respiración. Hasta mayo, creo, hice pausas activas todos los días: tipo 3 de la tarde hacía unas respiraciones, elongaba la espalda, las piernas, los brazos, aflojaba el cuello y los hombros. Para la primavera si logré hacerlo una vez por semana fue mucho.
Es cierto que Argentina es como una montaña rusa sin botón de apagado, que estamos todo el tiempo enfrentando desafíos como si fuéramos personajes de un videojuego. Pero como dice el meme: yo ya no quiero ser el mejor guerrero de Dios. Quiero estar sentada tranquila leyendo un libro, tomando un cafecito, disfrutando del aire fresco y limpio. Quiero dormir y amanecer descansada, con el cuerpo recuperado. Quiero que en las obras dejen de hacer ruido. Quiero que el subte esté más limpio y no tener que viajar parada porque me da miedo contagiarme sarna o vaya una a saber qué. Quiero cerrar los ojos y no sentir que el corazón me late como en un cuento de Poe. Quiero escribir mi diario y poner: hoy fue un día intrascendente. Quizá, tan solo sea un sueño, pero nos deseo un 2025 con aunque sea algunos días en los que no pase nada y podamos descansar.