Por Charo M. Ramos

Quiero que sepan que el lanzamiento de Materiales para una pesadilla es un acontecimiento editorial. Originalmente publicada en 2021, la novela tuvo una trayectoria espectacular, sobre todo porque la casa por la que había salido era chiquita y costaba conseguir el libro; era casi un secreto a voces. Pero Materiales ganó el Premio Filba-Medifé, que es uno de los más prestigiosos que hay hoy en el país –en otro momento vendrá una nota sobre premios literarios– y las ganas de leer la novela chocaban con su disponibilidad. Por eso es importante que Caja Negra se haya tomado el trabajo de reeditarla y que tenga el alcance que este texto merece.
Sobre el autor: Juan Mattio nació en Buenos Aires en 1983, un bebé de la recuperación democrática, atravesado a sangre y fuego por las esquirlas de la última dictadura militar. Es editor, escritor, tallerista, una persona dedicada al lenguaje. Y eso se nota en la novela.
Sobre la obra: Les advierto que esto no es lectura fácil, no es para llevarse a la playa, no es para leer en el subte ni en el colectivo. Es un libro para leer con tranquilidad y tiempo; no sé si con un mate, un té o un café; lápiz en mano, capaz hasta un cuadernito al lado para ir armando una línea temporal y también de personajes y de registros. Es una novela que, si bien remite al pasado, también se anticipa al futuro, a un tiempo no tan lejano en el que las tecnologías dominan no solamente nuestra vida sino también la muerte.
Una lectura posible es que a lo largo de la historia, la vida y la muerte estuvieron atravesadas por la tecnología disponible en cada momento histórico y que continuidades en los desarrollos, diseños, incluso, en los usos, pueden rastrearse desde hace miles de años, por ejemplo, si pensamos en la agricultura. Pero Mattio no eligió el tema del acceso a la alimentación, sino la construcción desde poderes centralizados -en el Estado durante la última dictadura militar en Argentina, y en las grandes corporaciones tecnológicas entre Alemania y Japón en el futuro próximo-, de aparatos de interpretación lingüística, ya sea para la persecución de opositores o para la creación de avatares postmortem que son alojados en una plataforma de realidad virtual.
No contento con ya este berenjenal tempoespacial foucaultiano, Mattio le agrega distintos registros que van de la narración “tradicional” en primera persona a la entrevista pasando por desgrabados de cassettes y por citas de autoridad.
Les dije que no era fácil de leer, pero al final, hay recompensa. Siguiendo tradiciones como las de Ricardo Piglia y Rodolfo Walsh (sepan disculpar en la Academia de Letras que lo diga así, tan livianamente y sin justificar), Mattio nos muestra a un personaje, Keiner que se obsesiona con un misterio y va corriendo, desbocado por los caminos de un laberinto que lo llevan a lugares insospechados, a saber cosas que habría preferido ignorar, a llorar a su amante y también a recordar su panteón de muertxs.
Finalmente, Materiales es una obra sobre la memoria, sobre “enfermarse de lenguaje”, sobre buscar, revolver, hacer arqueología en los sótanos de las dictaduras y de los enormes poderes concentrados de las empresas tecnológicas.
Dicen lxs que saben que es una novela cyberpunk excelente; yo diría que es un libro angustiante, pesadillezco, atemorizante y, por eso mismo, vale la pena leerlo. Vale la pena que se haya reeditado, que circule, que se lea, que se discuta, como advertencia sobre lo que puede pasar, como reflexión sobre lo que pasó y, también, que podamos apreciar la belleza en una forma casi terrorífica.
