Por Charo M. Ramos

En tiempos donde la crítica literaria parece haberse diluido en listas rápidas, recomendaciones superficiales y publicaciones hechas para complacer a quienes envían los libros, «Cómo convertirse en nadie» de Betina González aparece como un acto de resistencia. En un momento donde insisten con rankings como «5 libros para leer en media hora sin perderte nada de lo que pasa en Tiktok» o recomendaciones astrológicas que definen lecturas según tu signo, González nos invita a una reflexión profunda, con una voz situada, interesada y crítica. Cómo convertirse en nadie (publicado por Gog & Magog en 2024) sale, entonces, en este contexto también caracterizado por la autora como uno inundado con una cantidad de textos que nunca nadie en su vida podría leer y, de hecho, nadie lee aunque, paradojicamente, leamos cada vez más.

En esta obra, González se reafirma como una escritora con una perspectiva genuina, que trabaja tanto de escribir como de enseñar, no solo por vocación sino por necesidad. Desde su origen en el conurbano bonaerense, en una familia sin biblioteca, y su trayecto que, gracias a la educación pública y al inglés, la llevó a una beca para estudiar escritura creativa en el extranjero, González construye una mirada crítica sobre el campo literario. Este recorrido la hizo ganar en 2006 el prestigioso Premio Clarín Novela, puerta de entrada al éxito literario y a un ámbito donde enfrentó las tensiones de construir una imagen pública, siguiendo, entre otros, el “consejo” de Fogwill de armarse un personaje.

«Cómo convertirse en nadie» es más que un libro de ensayos; es un manifiesto literario que enfrenta las profundas tensiones que atraviesan el campo de la escritura, el mercado editorial y el papel de la literatura en la vida cotidiana. Uno de los ejes clave es la elección de una voz femenina firme y sin concesiones, que confronta a la lectora desde una primera persona contundente y desafía a aceptar, cuestionar o debatir el «yo» narrativo de la autora. González crea un diálogo directo con la lectora —como ella misma denomina a su interlocutora—, posicionándose con autenticidad y frontalidad.

Otro de los temas relevantes es la relación entre literatura y economía política. González aborda el costo de los libros y el dilema de quienes deben elegir entre un libro o una comida rápida, destacando cómo esta realidad afecta las decisiones de consumo. Así, lanza una pregunta profunda: ¿es la literatura un bien de consumo más o representa un valor especial en un contexto de precariedad económica? Este enfoque ilumina la compleja relación entre los valores culturales y la economía.

González también explora el mercado editorial y la relación con los premios literarios, planteando una crítica interna desde su propio éxito. A diferencia de quienes condenan el sistema desde fuera, ella habla desde la experiencia y expone la contradicción entre el reconocimiento y el vacío que estos premios pueden representar. Aquí, su postura resuena con el espíritu de Sylvia Plath en «La campana de cristal», quien también reflexionó sobre las limitaciones y alienaciones que el éxito literario impone a la identidad personal.

Inspirada en el ensayo «Salir del castillo de los vampiros» de Mark Fisher, González cuestiona los peligros que la corrección política representa para la creación artística. Reflexiona sobre los límites impuestos a la creatividad, que parecen restringir la literatura a memorias y relatos personales, controlados por la expectativa de lo «apropiado». Esta reflexión, con ecos de la irónica autobiografía de Muriel Spark, «Curriculum Vitae», pone en debate el rol de la ficción y la verdad en la escritura contemporánea.

Finalmente, González aborda temas personales como el rechazo y el fracaso, desnudando sus propias luchas internas y explorando las literaturas del yo y el boom de escritoras latinoamericanas que tocan temas de horror y marginalidad. Con una honestidad cruda, se pregunta por el sentido de escribir en un contexto donde la exposición y el éxito son tanto fuentes de reconocimiento como de despojo personal.

«Cómo convertirse en nadie» se revela como un libro de múltiples capas. Puede leerse de una sentada, como una comida rápida que satisface el apetito inmediato, o dejarse madurar, permitiendo que cada reflexión cale lentamente. Es una declaración estética y política, una toma de posición sobre el lugar de la escritura en el presente y una invitación a repensar qué significa realmente «ser alguien» en el mundo de las letras.